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“5 Claves para Despertar tu Sensualidad”

La vagina: tu templo sagrado
septiembre 5, 2021

¡Cuántas mujeres hay que no conocen su vagina, que no tienen ni idea de cómo es! ¡O que piensan que es fea, o no adecuada, o no suficiente, o que sienten vergüenza de ella! ¡Cuántas mujeres hay que pueden contar con los dedos de una mano las veces que han visto su vagina a lo largo de su vida!

Para muchas puede ser un auténtico reto reconocer su vagina. Es una zona de nuestro cuerpo que está en parte fuera, en parte dentro, y nadie nos enseña que es sano y natural explorarla, familiarizarnos con ella igual que con cualquier otra parte del cuerpo. Te sabes de memoria cómo son tus ojos o tu cuello, pero no tienes ni idea de cómo es tu vulva.

¿Por qué la vagina es tu templo sagrado?

¿Cómo podemos vivir tan inconscientes de un órgano que nos genera tanto placer, que es puerta de entrada y salida de la vida, y que cumple funciones tan importantes para nosotras? Vivimos en esta inconsciencia por los malditos tabúes y vergüenzas que arrastramos desde hace siglos.

Si lo piensas detenidamente, te darás cuenta de que la relación que has establecido con tu vagina la mayor parte de tu vida existe más en tu cabeza que en el plano físico, ya sea visual y/o táctil. Puede que incluso hoy siga siendo así: piensas más en tu vagina de lo que la observas o la tocas.

Tocarse los genitales es sucio, no es de señoritas, es pecado, es de guarras… Seguramente cuando eras niña escuchaste algunas de estas frases, y otras que eran habituales en tu entorno familiar y cultural. ¿Y cuál es una de las primeras consecuencias de creernos la historia que al patriarcado le ha interesado tanto que nos creyéramos? Que no conocemos nuestra vagina ni sabemos realmente cómo funciona, ni a nivel físico ni energético. Y es que la vagina (y también nuestro útero y nuestros ovarios) cumple una función energética vital para el bienestar físico, mental y emocional de cualquier mujer.

¿Acaso no deberíamos sentir placer?

Lo que nos llevamos también de esta historia que arrastramos desde hace siglos y siglos es pensar que el sexo es algo sucio, que no deberíamos sentir placer y, si lo sentimos, es porque somos unas desvergonzadas, que ningún hombre decente nos va a querer si demostramos mucho deseo, que la única función del sexo es tener hijos, etc. Seguramente, al menos una de estas creencias ha condicionado fuertemente tu vida sexual.

Y, para colmo, hemos tenido que aguantar desde tiempos inmemoriales el cuento de que somos una tentación para el hombre y, por lo tanto, algo así como el pecado personificado. Y entonces es cuando podemos empezar a comprender por qué no nos relacionamos con nuestra vagina de forma sana, o por qué no nos relacionamos con ella en absoluto.

En muchos casos, nuestras parejas sexuales la conocen mejor que nosotras mismas: la han observado, la han tocado, incluso la han saboreado, muchas más veces que nosotras. Esto es cierto para muchísimas mujeres que se avergüenzan de su vagina o que sienten pudor por el simple hecho de pensar en observarla con un espejo.

¿Cuándo solemos prestarle atención o nos acordamos de la vagina?

La mayor parte del tiempo cuando presentimos que vamos a tener relaciones sexuales. Entonces, aparece la urgencia porque esté perfecta, porque tenga buen aspecto. También nos acordamos de ella cuando sentimos molestias o dolor, cuando hay una infección, cuando el olor o el flujo no son los de siempre…

Pero el resto del tiempo, la vagina es una parte del cuerpo bastante olvidada. Salvo quizá en los momentos de la ducha, en que de nuevo volvemos a centrarnos en ella un par de minutos para lavarla. Y fin de la historia. Estoy segura de que en tu día a día, a menos que estés pasando por una situación particular de salud, no piensas “deseo que mi vagina esté sana y se encuentre bien”.

Así que cuando empiezas a comprender la enorme importancia que tiene tu vagina en tu bienestar físico, energético y emocional es normal sentirse totalmente abrumada. Claro, nadie te había contado nunca que esta pequeña parte de tu cuerpo fuera tan relevante para tu bienestar holístico.

En el camino de vuelta a tu vagina, de descubrirla y de conectarte con ella habrá momentos en los que incluso pienses si de verdad es tan sensible, si de verdad hay que ponerle TANTA atención y no será todo una exageración.

Una sensibilidad diferente

A mí me ocurre a veces. Hasta que un buen día sucede algo, la siento distinta. No es nada que pueda expresar de forma lógica, es un sentimiento de que algo no está del todo bien. Entonces, me detengo y lo sé «aunque mi mente racional dice que exagero, mi intuición me dice que algo ha pasado». Y uno o dos días más tarde mi vagina se queja y me dice a su manera «te pasaste». Y ahí es cuando lo entiendes. Pues sí, realmente requiere tanta atención, cuidado y mimos.

Mujer, esto es algo que solo tú vas a poder comprender. La sensibilidad de cada vagina al dolor, al trauma, a los excesos (ya sean físicos o emocionales) es muy personal. Cada mujer es un mundo, así que cada vagina es un mundo.

Pero déjame decirte algo, y es que en una mujer que vive desde su corazón abierto y desde el amor hacia sí misma se genera una relación de autocuidado que va directa a la vagina. Se regenera un canal que solo el amor es capaz de abrir.